«La gente me pregunta por qué corro. Yo les digo:
¿Por qué dejasteis de correr?» Jeremy Wariner.
Zancada a zancada vamos
sumando itinerarios. Cinco ya, que espero os sean de la mayor utilidad. Se
intenta introducir, en la medida de lo posible, la mayor variedad tanto en las
distancias como en los trazados y sus dificultades. Tenemos la suerte de que el
perfil urbano de Haro y, en especial, su entorno inmediato nos permiten muchas
combinaciones con las que evitar la monotonía y el aburrimiento.
Esta nueva ruta está pensada
para ser aprovechada como ejercicio de cuestas. Sí, no queda otra. No se
aceptan excusas. Todos los entendidos coinciden en los múltiples beneficios que
nos reportará incluir un entrenamiento de cuestas en nuestra rutina raner: mejora la fuerza y la
resistencia, perfecciona la eficiencia y la técnica de carrera, equilibra la
musculatura, reduce el riesgo de lesión y…¡Adelgaza!
¿Qué más se puede pedir?
Total, son solo unos metros
en pendiente, a la que queramos darnos cuenta
estaremos arriba por quinta vez, las endorfinas disparadas y todo un
liberador descenso aguardando nuestra pisada decidida.
¿Quién dijo miedo?
En este recorrido nos
encontraremos con una subida que considero ideal para llevar nuestro plan a
cabo. Está en Miranda la Alta, en el
límite que la autopista establece entre los términos de Haro y Ollauri. Así que
podremos detenernos unos minutos, inhalar y exhalar profundamente, apretar los
dientes, y dedicarnos a subir y bajar
cuantas veces creamos oportunas según nivel y objetivos a preparar. Esta nueva
ruta cubre 11´52 kilómetros (en este caso medidos con cuatro repeticiones de la
cuesta de marras), que podríamos bautizar como «agro-running», pues buena parte
del trazado discurre por caminos agrícolas entre campos de cultivo (zona de Los
Lirios, Miranda la Alta y las Cascajas). Nos alejaremos, por tanto, del centro de
Haro, pero las vistas y la tranquilidad de no tener que estar pendientes de
coches y peatones nos compensarán.
Saldremos, pilas
cargadas y ánimo decidido, desde la plaza de la Paz, pero en esta ocasión no
nos dirigiremos a la calle Navarra, sino que atravesaremos los arcos bajo el
ayuntamiento y enfilaremos Hermanos Sánchez del Río hasta Linares Rivas.
Asfalto bajo nuestras zapatillas y ojo avizor con el tráfico. Dejaremos atrás
el parque de Iturrimurri, girando a la izquierda por calle Industria, que recorreremos
hasta su final. Gasolinera y estación de autolavado nos indicarán que estamos
en el camino correcto. Tras recorrer la pequeña calle Artesanos, nos
dirigiremos hasta el cementerio y las Bodegas Martínez Lacuesta. Utilizaremos
la acera que bordea la nacional 126 y cruzaremos, con especial precaución, al
llegar a la rotonda. Una vez superada esta, continuaremos hasta el cementerio,
que rodearemos introduciéndonos por el camino agrario que discurre junto a la
tapia más al este.
Linares Rivas, que recorreremos entera.
Al final de Iturrimurri giraremos a la izquierda.
Por una suave curva desembocaremos en calle Industria.
¿A que esta recta pide un acelerón? Calle Industria.
Calle Artesanos, a la que accederemos girando a la derecha al final de calle Industria.
La acera junto a la nacional 126 nos llevará hasta el cementerio y Bodegas Martínez Lacuesta.
Cementerio.
Bodegas Martínez Lacuesta.
Abandonaremos el asfalto y pisaremos tierra, firme algo irregular con
pequeñas piedras y surcos. Seguiremos el camino recto y ya atisbaremos el
peligro en lontananza. Al fondo, desafiante y retadora, remontando una suave
loma, contemplaremos la orgullosa y acusada cuesta de marras. Dispondremos de unos
minutos para correr relajados hasta ella, mentalizándonos, descubriendo viñedos
de nombres tan llamativos como «La Pelea» o espantando quisquillosos insectos
adheridos a nuestra piel por las primeras transpiraciones. Ya iremos notando
que el terreno asciende poco a poco. Aprovecharemos para coger y soltar aire
pausadamente, haciendo acopio de unas fuerzas que necesitaremos en breve. Si
el día es ventoso, lo apreciaremos en toda su crudeza en esta zona, lo que
añadirá dificultad a nuestro entreno.
Sabremos que estamos en el
punto correcto para iniciar nuestra serie de subidas porque la tierra dejará
paso al asfalto. Sí, el tramo final de la subida está pavimentado, lo que
facilitará nuestro plan y nos ahorrará alguna torcedura de tobillo. Pues nada,
que cada cual decida si una, dos o…diez veces. Arriba y abajo, que tanto
entendido no puede estar equivocado. Los descensos nos procurarán, a parte de alivio momentáneo, unas magníficas vistas de Haro, enmarcado entre las Conchas
y la Sierra Cantabria. Recordad la importancia de la técnica para optimizar el
rendimiento en carrera. Máxime si estamos trabajando las subidas: cabeza
con la mirada al frente, tronco ligeramente inclinado hacia delante, mucha
atención al braceo —que debe nacer del hombro, no del codo—, cadera alta y
pisada contundente.
Camino rural por el que bordearemos el cementerio.
Cambiaremos asfalto por tierra, así que atentos a la pisada.
El viñedo en invierno. Austero y reposado.
Buen vino para los púgiles de la vida.
Agro-running, ya lo avisé.
Espacios abiertos en los que expandir la mente mientras nos preparamos para atacar la cuesta de marras. Ojo en los días ventosos.
Al fondo, nuestro reto del día.
¡Eureka! Punto exacto donde iniciar las series. Ánimo, cada uno las que pueda.
Cuando hayamos satisfecho, pendiente
mediante, al masoka que todo corredor llevamos dentro, iniciaremos el descenso
por el camino a la derecha, que distinguiremos con facilidad, pues avanza en
línea recta en dirección al parque de El Mazo y discurre paralelo al que
habremos utilizado para llegar hasta allí. Aprovecharemos para recuperar resuello,
descansar las piernas y recobrar bríos. Se irán sucediendo los campos de labor
hasta que dejemos atrás una granja, ciertos olores de procedencia animal nos
permitirán su inequívoca localización. Nada más traspasarla, cogeremos el
camino a la izquierda y continuaremos ruta, repuestos y lanzados de nuevo. El
campo de fútbol, con su vistosa marquesina, quedará a nuestra derecha, el
lejano pico de San Lorenzo, a nuestra izquierda. Llegaremos a un nuevo cruce.
Tomaremos el sendero a la izquierda que no abandonaremos hasta llegar al parque
Félix Rodríguez de la Fuente, que reconoceremos con facilidad por su estanque y
su zona verde de esparcimiento.
A la derecha, el camino por el que ascenderemos desde el cementerio. A la izquierda, paralelo al anterior, por el que descenderemos dirección El Mazo.
Vistas a Sierra Cantabria desde nuestra heroica cumbre.
A la derecha, el camino por el que bajaremos tras nuestra dura sesión.
Habremos de resistirnos a cierta inercia que podría empujarnos a acelerar. Nuestras rodillas nos lo agradecerán.
Fin del descenso.
La granja que nos servirá de referencia para nuestro siguiente desvío.
Viraremos a la izquierda.
Rumbo a Félix Rodríguez de la Fuente.
Terreno llano.
...Después a la derecha. Puede parecer complicado, pero sobre el terreno se ve con bastante claridad la opción lógica en función del destino.
El viñedo, eterno compañero en nuestras salidas por los alrededores de Haro.
El estanque de Félix Rodríguez de la Fuente.
Aspecto invernal del parque.
Justo al llegar a la carretera que sirve de límite al parque, nos daremos la
vuelta e iremos retornando. Pero, ¡ojo! Al llegar al primer cruce, no giraremos
a la derecha, lo que nos devolvería al sendero por el que vinimos, sino que
seguiremos recto por un camino de tierra que curiosamente, no está en absoluto
urbanizado, se llama calle Fuenmayor y que nos conducirá hasta la calle Miguel
de Cervantes. Habremos dejado el agro, como atestiguarán nuestras polvorientas
zapatillas, para retornar a área urbana. Nada más llegar a Miguel de Cervantes, tomaremos a la derecha y seguiremos todo recto hasta la rotonda de la nacional
126, entre el cuartel de la Guardia Civil y el nuevo tanatorio, habiendo dejado
a nuestra derecha el estadio de El Mazo y el parque del mismo nombre.
Volveremos hacia el centro de la ciudad trotando por las calles Diputación,
primero, y Linares Rivas, después. El cercano arco por el que iniciamos nuestra
salida nos indicará que ya estamos de nuevo en la plaza de la Paz.
El viejo álamo que nos servirá de hito para reconocer el punto en el que giraremos sobre nuestros talones.
Otro aspecto del parque.
Seguiremos recto. El camino a la derecha nos habrá traído hasta el parque.
Si el cansancio hace acto de presencia, nos recrearemos con las vistas. Al fondo, el espectacular voladizo del campo de fútbol.
La curiosa calle Fuenmayor, sin urbanizar.
Giraremos a la derecha en Miguel de Cervantes.
Miguel de Cervantes.
Asfalto de nuevo. Se acabó el agro-running.
Calle Diputación, tras la rotonda de la Guardia Civil.
De nuevo Iturrimurri, podremos pisar césped si así lo queremos. Cuanta más variedad, mejor.
Linares Rivas.
Un último vistazo al entorno.
Ya estará hecho.
El arco, simulando una meta, nos indicará el final de un entrenamiento muy productivo.
Habremos completado un
recorrido variado, con una distancia total digna y una serie de cuestas que nos
afinará de cara a nuestra próxima cita con el dorsal.