«Correr es una forma natural de ejercicio porque simplemente es una extensión
de caminar. Cuando corremos, fortalecemos nuestro corazón, removemos el aire
estancado, revitalizamos nuestro sistema nervioso, y mejoramos nuestra
capacidad aeróbica. Nos ayuda a desarrollar una actitud positiva. Crea esfuerzo
y resistencia, y nos brinda una vía para aliviar el dolor. Nos ayuda a
relajarnos. Para muchos de nosotros, ofrece el sentimiento de libertad».
Sakyong Miupham
Lugares de interés turístico durante el recorrido: ermita del Santo Cristo, iglesia de la Asunción, ermita de San Ginés, casco histórico de la localidad de Labastida.
Si lo dice un afamado monje budista, pues algo de
razón tendrá, ¿no creéis? En esta ocasión nos alejaremos un poquito de Haro,
apenas unos seis kilómetros, para acercarnos hasta el coqueto pueblo alavés de
Labastida (Bastida en euskera). Ruta, por tanto, ideal para fines de semana o
esas tardes más largas y provechosas para las actividades al aire libre que nos
proporciona el verano. Podemos ir en coche desde Haro cogiendo la LR-212, que
desde el Barrio de la Estación nos llevará, apenas ocho minutos, casi en línea
recta hasta Labastida. Cruzaremos el Ebro para situarnos justo en la otra
orilla.
Si aún no
conocéis Labastida, correr por sus alrededores puede ser la excusa perfecta
para que lo hagáis. No os defraudará. Villa dedicada en cuerpo y alma al vino,
atesora un rico patrimonio arquitectónico y paisajístico que hace las delicias
de sus muchos visitantes. Fruto, claro está, de su agitada historia. Sufrió las
vicisitudes de ser frontera entre los antiguos reinos de Castilla y Navarra,
que se la disputaban alternativamente. Sancho «el Sabio», rey navarro, fundó el
templo-fortaleza hoy conocido como ermita del Santo Cristo. Hacia 1200,
Labastida pasó a manos castellanas bajo
las invasiones de Alfonso VIII.
Una vez
arribados a destino os propongo una ruta circular, corta pero intensa. Los 5´25
kilómetros, con una ganancia de altura de 94 metros, que nos llevarán desde el
corazón de Labastida hasta la ermita de San Ginés y vuelta al punto de partida.
Un trail ligero por caminos de tierra que discurrien entre viñedos plantados a
los pies del imponente Toloño. Subiremos y bajaremos sucesivamente, pero se trata de un
trayecto asequible si ya llevas un tiempo corriendo.
Ayuntamiento de Labastida, frente al que iniciaremos nuestra ruta.
Plaza de la Paz en la localidad alavesa, con la impresionante iglesia de la Asunción custodiando uno de sus flancos.
Aparcaremos el vehículo y nos dirigiremos hasta la
plaza de la Paz, sí como en Haro, centro neurálgico de la vida de la villa,
donde encontraremos el ayuntamiento y la excepcional iglesia de la Asunción. Edificio de
estilo renacentista y barroco, declarado Monumento Nacional, destacando su
retablo mayor. Justo desde la fuente frente a la entrada del templo, tras el
correspondiente calentamiento,
iniciaremos nuestro trayecto acometiendo, a nuestra izquierda, la cuesta
más empinada del recorrido, la calle Subida al Olmo. Es recomendable que, salvo
que hayáis calentado muy bien, la hagáis caminando o con un trote muy suave,
pues así, de entrada, puede resultar demasiado exigente. Por esta vía
llegaremos en breve al Arco de Toloño, que fue la puerta de acceso norte a la localidad
a través de la muralla que enlazaba con la ermita fortaleza del Cristo.
Nosotros la emplearemos para abandonar Labastida en dirección a San Ginés.
Según vayamos avanzando, una subida ligera y llevadera, encontraremos un par de caminos que salen desde el nuestro y ascienden a nuestra derecha. Los ignoraremos y seguiremos progresando. Según nos acerquemos a San Ginés, el desnivel aumentará, pero no encontraremos ningún repecho de excesiva dificultad.
Inalcanzable campanario de la iglesia de la Asunción.
Punto exacto de partida y llegada.
¡Menuda subida para empezar! Caminad o trotad suave. Hay que guardar fuerzas.
Subida al Olmo.
El Arco de Toloño, al fondo.
Ruta para practicar Nórdic Walking.
Se trataba de un antiguo acceso a la localidad a través de la muralla.
Nada más salir, nos encontraremos con un cruce del que
parten dos caminos, tomaremos el de la izquierda (el de la derecha, la senda de
Machimbrao, lo utilizaremos para nuestro regreso), ya que he comprobado que nos
hará la ruta más fácil. Se trata de un camino de tierra en buen estado que
discurre entre viñedos, a su izquierda, y una suave loma con pequeñas terrazas
escalándola a su derecha. Abrid bien los pulmones y los ojos, poneos en modo
receptivo, pues el entorno merece ser degustado por nuestros sentidos al tiempo
que disfrutamos del trote. El Toloño siempre al fondo, majestuoso y pétreo, las
Conchas de Haro a nuestra derecha, agazapadas en la lejanía bajo la atenta
mirada de un impasible San Felices.
Según vayamos avanzando, una subida ligera y llevadera, encontraremos un par de caminos que salen desde el nuestro y ascienden a nuestra derecha. Los ignoraremos y seguiremos progresando. Según nos acerquemos a San Ginés, el desnivel aumentará, pero no encontraremos ningún repecho de excesiva dificultad.
Nada más abandonar Labastida tomaremos a la izquierda, luego regresaremos por el camino de la derecha, la senda de Machimbrao.
Camino de tierra en buen estado.
Al fondo, la rocosa presencia del Toloño.
Iremos ascendiendo poco a poco, no habrá rampas excesivamente pronunciadas.
Eterno paisaje del viñedo, con las Conchas de Haro al fondo.
No abandonaremos nuestro camino.
La senda se estrecha en algún momento, pero no demasiado.
A deleitarnos con las vistas, así se nos pasará el ascenso en un suspiro.
Unas
ruinas a nuestra izquierda, apenas unos tabiques semiderruidos de una vieja
construcción, nos indicarán que ya alcanzamos nuestro objetivo. Ante nosotros,
nuevamente, dos posibles caminos. Tomaremos el de la izquierda, que discurre junto a
esas ruinas señaladas antes y por el que llegaremos ante la ermita de San Ginés. Un amplio arbolado compuesto
por fresnos, chopos, pinos, cipreses, abetos y encinas rodea la pequeña ermita,
a la que los lugareños suben en romería el lunes después de Santa Lucía (mes de
mayo). También nos encontraremos con un área recreativa bien pertrechada para
disfrutar de un perfecto día campestre, incluido el bar y una fuente. Pero
nosotros, en esta ocasión, deberemos seguir, dejaremos la comilona para otra
ocasión. Atravesaremos la zona recreativa por un sendero que la divide en dos,
dejando a nuestra izquierda la pequeña ermita, y nos introduciremos, pasando un
estrecho puente de madera, en la zona más boscosa, por la que enfilaremos el
camino de regreso a Labastida.
Los restos ruinosos de una construcción nos servirán para saber que ya alcanzamos objetivo.
Tomaremos el sendero a la izquierda, junto a las ruinas señaladas con anterioridad.
Últimos repechos.
Al fondo, entre los árboles, la ermita de San Ginés.
Cartel que anuncia nuestra llegada al parque de San Ginés.
Giraremos a la derecha y enfilaremos el camino que va hasta la ermita.
No olvidéis la hidratación.
Zona recreativa bien equipada que rodea a la ermita.
Ideal para un buen picnic.
Atravesaremos el pequeño puente de madera, en busca del camino de regreso.
Una mesa
de piedra y unos arbustos nos servirán de improvisados hitos, justo tras ellos
enlazaremos el camino de vuelta, que iniciaremos con una ligera cuesta que
nos llevará a una intersección con dos rutas probables.
Rodearemos esta mesa y seguiremos recto.
Entre estos arbustos se vislumbra el sendero al que accederemos para continuar nuestra ruta.
Ligera subida.
Camino siempre en buen estado.
Bifurcación por la que tomaremos a la derecha.
Tomaremos
la de nuestra derecha, pero antes podemos asomarnos a contemplar las
espectaculares vistas sobre la Bodega Nuestra Señora de Remelluri. Impagable,
una de esas estampas que justifican todo el recorrido. Y entonces nos
introduciremos por el camino del Machimbrao, que no abandonaremos hasta
Labastida, popular por las esculturas con las que el artista local Pablo
Amurrio ha adornado su travesía, y que iremos descubriendo según avance nuestra
carrera, salpicada de ascensos y descensos no demasiado pronunciados. También
nos cruzaremos con restos arqueológicos de un acueducto romano y un canal.
Sombra garantizada en este tramo, si realizáis el entreno en un día caluroso. A
nuestra izquierda según avanzemos quedarán un par de miradores desde los que
solazarnos con las vistas, espléndidas en días despejados.
Bodega Nuestra Señora de Remelluri.
A la derecha, rumbo a la senda de Machimbrao.
Sombra garantizada.
Las esculturas salpican el recorrido.
Vista panorámica, con los montes Obarenes al fondo.
Las esculturas son del artista local Pablo Amurrio.
Las obras son de lo más ecléctico.
Nos cruzaremos con dos privilegiados miradores.
Labastida, al fondo.
Sin darnos cuenta, distraídos con las vistas y el arte, nos acercaremos de regreso a Labastida.
Y así,
entretenidos entre el paisaje y las esculturas, nos plantaremos de nuevo en
Labastida.
Nada más llegar, subiremos unas escaleras a nuestra izquierda, que nos conducirán hasta la ermita del Santo Cristo, punto más alto de la villa, construida en la ladera del cerro de la Mota. Es una iglesia fortaleza fundada por el rey navarro Sancho el Sabio en el siglo XII. El templo posee partes románicas y partes góticas y desde su portada se nos regalan una amplia panorámica de Labastida y sus alrededores. Ya solo nos quedará descender hasta la plaza de la Paz. Lo haremos, tomando precauciones, por la calle de la Mota Alta, plaza del Olmo y la Subida del Olmo, que en esta feliz ocasión será bajada para nosotros. Justo en la plaza dispondremos de una fuente en la que hidratarnos.
Nada más llegar, subiremos unas escaleras a nuestra izquierda, que nos conducirán hasta la ermita del Santo Cristo, punto más alto de la villa, construida en la ladera del cerro de la Mota. Es una iglesia fortaleza fundada por el rey navarro Sancho el Sabio en el siglo XII. El templo posee partes románicas y partes góticas y desde su portada se nos regalan una amplia panorámica de Labastida y sus alrededores. Ya solo nos quedará descender hasta la plaza de la Paz. Lo haremos, tomando precauciones, por la calle de la Mota Alta, plaza del Olmo y la Subida del Olmo, que en esta feliz ocasión será bajada para nosotros. Justo en la plaza dispondremos de una fuente en la que hidratarnos.
Al llegar a Labastida, subiremos por estas escaleras que quedarán a nuestra izquierda.
Accederemos a la ermita del Santo Cristo.
Labastida a nuestros cansados pies.
Descenderemos por la calle de la Mota Alta.
Cuidado con la bajada.
Llegaremos a plaza del Olmo y giraremos a la izquierda...
Subida del Olmo, que nosotros bajaremos, con el campanario de la iglesia de la Asunción anunciándonos el final de esta nueva ruta.
Regresaremos a la plaza de la Paz.
Línea de salida y...Línea de meta.
Tocará refrescarse e hidratarse.
Como ya os comenté, se trata de una ruta corta, poco
más de cinco kilómetros, pero repleta de recompensas por su trazado, que al
subir y bajar nos hará trabajar la fuerza,
y entorno. Aunaremos deporte, naturaleza y arte. No está nada mal.