lunes, 9 de noviembre de 2015

RUTA 2: Haro-Briñas




 «No es más fuerte  quien llega primero, sino aquel que disfruta haciendo lo que hace»
Kilian Jornet


     Preparados para disfrutar de uno de esos días en los que correr deviene festín para los sentidos y  bálsamo espiritual. De los que te acaban de enganchar a las sufridas zapatillas, si es que no lo estabas ya suficientemente. Un trayecto que nos llevará hasta el coqueto pueblo de Briñas, a orillas del Ebro, entre viñedos y arboledas. También recorreremos buena parte del imponente Barrio de la Estación, con sus centenarias y espectaculares bodegas. Pisaremos asfalto y tierra, la distancia es de 7´92 metros, que podríamos calificar de exigencia media.



     Partiremos del ayuntamiento y nos dejaremos llevar descendiendo la calle Navarra, hay que aprovechar esa cuesta ahora en bajada. Avanzaremos cruzando el puente sobre el río Tirón y nos acercaremos hasta el Barrio de la Estación, tenemos varios pasos de peatones que nos permitirán atravesar la carretera sin jugarnos el tipo. Bordearemos CVNE por la avenida Costa del Vino (qué buen nombre, pardiez) y llegaremos a la avenida Vizcaya pasando bajo el puente de las vías. Muga, Viña Tondonia, Gómez Cruzado, Rioja Alta y Roda, más de cien años de pasión por la tierra y el vino nos contemplarán desde la piedra noble de sus fachadas. Nuestras zancadas pisarán suelo horadado por umbríos calaos en los que reposa (en tinos, barricas y botellas) la sabiduría vinícola de varias generaciones. El suministro parece garantizado. Y es que no solo de correr vive el hombre. Ni la mujer, faltaría. Estamos con Epicuro en que el placer moderado es el principio y el fin de una vida feliz. 


Abandonaremos Haro tras pasar por el barrio de la Estación.



     Marcharemos por el puente sobre la nacional 124 Logroño-Vitoria, moviéndonos por sus arcenes, son pocos metros pero deberemos estar atentos al tráfico. Nos desviaremos a la izquierda, justo al inicio de la pronunciada curva, y nos introduciremos por un camino que nos llevará hasta el monumental puente gótico de Briñas, sobre el caudaloso Ebro, por el que cruzaremos a la otra orilla. Las vistas en cualquier dirección compensarán el esfuerzo y  nos cargarán las pilas para acometer los siguientes tramos. Los retorcidos meandros del río jugarán con nuestro sentido de la orientación, además de procurarnos un bucólico marco en el que experimentar cierto atisbo de comunión con la naturaleza.



Puente sobre la carretera nacional y desvío a la izquierda



     La distancia que nos separará del recoleto Briñas, asentado junto al Ebro, que parece mecerlo y tras cuyas nieblas se esconde muchos amaneceres, la cubriremos en nuestra ida por la calle Solana, vía principal y bien visible.

Calle Solana. Trotaremos rumbo a Briñas.

     Alcanzaremos Briñas sin abandonar la calle Solana y nos acercaremos a la plaza de Ramón Arambarri. Allí giraremos a la derecha, bajando hasta la misma orilla del río e iniciaremos la vuelta tomando el camino a la diestra, que nos acabará retornando a la calle Solana. Pero una vez alcanzada esta, cogeremos para volver hasta Haro un sendero de tierra, paralelo al de nuestra venida, pero que discurre justo pegado a la orilla del río, sorteando árboles y arbustos que nos mantendrán a salvo del sol y del viento. Un pequeño ensayo de trail que casi nos obligará a chapotear en el Ebro. Recomendable dejarse llevar por las sensaciones que sin duda procurará el entorno. «La mente del corredor se vacía, se libera, se convierte en un campo abierto en el que los pensamientos flotan ligeros, sin sobrecargar la marcha», Gaia de Pascale «Correr es una filosofía».

Acogedora entrada al pueblo, con sus casas de piedra y sus estrechas y umbrías calles.


Descenderemos al avistar el Ebro.


Volveremos buscando la calle Solana.

Tomaremos el camino a la izquierda, que discurre paralelo a la calle Solana, pero pegado al río, en el que casi nos podremos remojar.


Un poco de trail.


Vistas espectaculares del río y su entorno.

     Y regresaremos a Haro, entrando de nuevo por el Barrio de la Estación. El último repecho tras cruzar de nuevo el río se acusará, pero resistiremos el impulso de detenernos en cualquiera de los tentadores «wine bar» de las bodegas. Al volver a pasar el puente bajo las vías, giraremos a la derecha y ascenderemos hasta alcanzar la estación de tren y Bodegas Bilbaínas. 

¡Resiste la tentación!

Ascendemos rumbo a la estación.


Bodegas Bilbaínas.

     Una vez ahí, seguiremos al frente, por la calle Estación, lugar en el que podremos recrearnos con una vista completa del skyline jarrero, desde la iglesia de Santo Tomás hasta el desubicado edificio Florida. Nos desviaremos a la izquierda por calle Cantarranas, luego cruzaremos el puente sobre el Tirón y por último, y aquí viene una sorpresa, ascenderemos la larga pendiente de la calle Navarra que nos devolverá hasta la plaza del ayuntamiento. Respiraremos hondo.

     Habrá valido la pena.


Calle Estación.
Vistas al skyline jarrero.

3 comentarios:

  1. Esta ruta es espectacular, después de la ducha no vendría mal un vinito para recuperarse del esfuerzo.

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  2. Sugerencia a tener muy en cuenta. Gracias.

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  3. Yo, si acaso, espero en el bar encargando los tintorros... Preciosa ruta, pardiez.

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