«Y
entonces sucede el milagro: durante un breve instante, uno logra aferrarse a
una sensación que le envuelve en la única realidad y honestidad existentes en
el mundo, y descubre que nunca podrá ir más allá de aquellas sensaciones; que
no podrá ser más real que en ese momento en el que ha sentido en primera
persona la soledad del corredor del fondo».
La soledad del corredor de fondo,
Alan Sillitoe
Lugares de especial interés turístico en el recorrido: Plaza de la Paz de Haro y entorno monumental, paisajes de Atamauri y Zarzuela, Torre Fuerte de Anguciana, parque de Vista Alegre, jardines de la Vega, basílica de Nuestra Señora de la Vega y miradores en calle de la Vega.
¿Quién dijo miedo?
Ya llevamos muchos meses ejerciendo de «neo-raners», así que podemos intentar
dar el siguiente paso. Algo más difícil, que no se diga. ¿No es este el deporte
de los retos constantes? ¿De la superación? ¿De los desafíos? ¿De las metas? Pues vamos a atrevernos con
una nueva ruta que ya podemos calificar
de exigente. De las que engordan egos y criban entre «auténticos» y
«advenedizos puntuales».
Haro-Anguciana-Haro. Ida por el camino de
Atamauri y vuelta por la margen derecha del Tirón. 12´05 kilómetros, la mayor
parte de los cuales discurren por caminos de tierra, aunque habrá algo de
asfalto al principio y al final.
Que sí, no lo dudes. Puedes hacerlo.
Acompáñame.
Como es habitual, salida frente al
ayuntamiento y descenso por la calle Navarra. Atravesaremos el Tirón por su
transitado puente y giraremos a la izquierda, en dirección al camping. Justo
antes de llegar a sus instalaciones, nos desviaremos a la derecha por un
estrecho camino de tierra que serpentea entre huertas y campos de cultivo. Podremos
oír el crujido seco de las piedras bajo nuestros pies, un contrapunto que nos
permitirá acompasar zancadas y respiración. Sin prisas, hay que entrar en la ruta poco a poco, como si de un baño de agua fría se tratase.
Llegaremos a un cruce, entre dos fincas valladas,
en el que tomaremos el sendero a la derecha.
Tomaremos el camino a la derecha.
Este camino nos llevará hasta la carretera entre
Haro y Villalba, por la que trotaremos, con mucho cuidado, unas decenas de
metros. Seguiremos dirección Villalba y torceremos a la izquierda ante una
señal en la que leeremos «Vivero- Prado Arrauri». Volveremos a pisar tierra.
Pasaremos el puente sobre la autopista Vasco-Aragonesa y nos dirigiremos a la
presa de Arrauri.
Carretera a Villalba, que abandonaremos girando a la izquierda.
Pisaremos terreno irregular.No olvidéis mirar al suelo.
Al fondo, el puente sobre la autopista.
Si el día es caluroso, el refrescante sonido de
la cascada en la presa nos ayudará a aliviarlo. Iniciaremos una ascensión no demasiado
pronunciada, sin abandonar en ningún momento el camino que nos ha llevado hasta
ahí. En este tramo abundan las piedras y los surcos provocados por las aguas de la lluvia al
descender, así que atentos a la pisada para evitar sustos.
Camino a la derecha de la presa por el que seguiremos ruta. |
No abandonaremos el camino principal desde la presa.
Al fondo, los Jembres.
Entre viñedos.
Llegaremos al cruce y giraremos a la izquierda. Se acabará la subida, lo agradecerán nuestros sufridos cuádriceps.
Bajando rumbo a Anguciana.
Las primeras casas de Anguciana, al fondo.
Entraremos a Anguciana por la larga calle Galbárruli, hasta llegar a la rotonda junto al bar Refugio. Allí giro a la izquierda. Atravesaremos el puente sobre el río Tirón y por la corta calle Puente accederemos a la plaza Constitución. Justo antes de chocar contra el edificio del ayuntamiento, cogeremos una pequeña callecita a la derecha y luego giraremos por la primera a la izquierda, avenida de La Rioja, que también abandonaremos en el primer cruce, tomando el sendero de la derecha, por el que nos adentraremos en el camino de la Zarzuela. El río Tirón quedará a nuestra izquierda, oculto entre la alta arboleda. A nuestra derecha y al fondo, el tentador barrio de las bodegas de Anguciana.
Todo recto y a dejarnos llevar.
Rotonda frente a bar Refugio. Viraremos a la izquierda.
Puente sobre el Tirón y Torre Fuerte de Angucina a la vista.
Plaza del ayuntamiento. Correremos hasta casi chocar con la iglesia. Solo casi...¿eh?
Buscaremos calle Rioja.
A por el camino de La Zarzuela.
Paisajes evocadores que nos llenarán de oxígeno y de paz.
Giro a la izquierda, buscando el acuático arrullo del Tirón.
Alcanzaremos la presa de Arrauri de nuevo, pero esta vez en su margen opuesta. Ahora
podremos contemplarla en riguroso primer plano. Inmediatamente pasaremos de nuevo
la autopista Vasco-Aragonesa, en esta ocasión lo haremos por debajo de un puente,
y nada más traspasarla cogeremos el camino a la derecha, que poco a poco nos
acercará a la última ascensión de nuestra ya larga ruta, como bien nos irán
indicando las piernas, pesadas como bloques de cemento.
Vistas de la presa.
Pasaremos bajo la autopista. Luego giro a la derecha.
Justo al llegar a la
carretera de Anguciana, torceremos a la izquierda, internándonos por el parque
de Vista Alegre, que cruzaremos hasta llegar a los Jardines de la Vega. Desde allí
seguiremos por la calle de la Vega, bufando ya como animales desfallecidos,
hasta la Plaza de la Paz, donde finalizará nuestro duro entrenamiento.
Prueba superada.
Volveremos por Vista Alegre.
Jardines de la Vega.
Llegada al punto de partida. Un día exigente, de los que gratifican y elevan la autoestima. Eso sí, una vez recuperado el resuello.
Estupenda ruta, un poco de todo.
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